NUEVA YORK – El difunto Alan Clark (un político británico de la era de Margaret Thatcher, afamado mujeriego y muy de derecha) me dijo cierta vez que lamentaba la decadencia del espíritu combativo británico, constructor de imperios y vencedor de guerras. Medio en broma, le sugerí que tal vez ese talante agresivo subsistiera entre los hooligans del fútbol británico, saqueadores de estadios y ciudades extranjeras. Clark me respondió con mirada ensoñada que de hecho era algo que “podía explotarse en formas útiles”.
NUEVA YORK – El difunto Alan Clark (un político británico de la era de Margaret Thatcher, afamado mujeriego y muy de derecha) me dijo cierta vez que lamentaba la decadencia del espíritu combativo británico, constructor de imperios y vencedor de guerras. Medio en broma, le sugerí que tal vez ese talante agresivo subsistiera entre los hooligans del fútbol británico, saqueadores de estadios y ciudades extranjeras. Clark me respondió con mirada ensoñada que de hecho era algo que “podía explotarse en formas útiles”.