CIUDAD DE MÉXICO – El 23 de enero de 1958, un grupo de oficiales del ejército venezolano derrocó al brutal dictador Marcos Pérez Jiménez, que había gobernado por seis años -más tiempo del que merecía- gracias a una bonanza petrolera. Poco tiempo después, se llevaron a cabo elecciones que dieron inicio a un período de 40 años de democracia representativa, sustentada por una sociedad civil vibrante, precios altos del petróleo (en su mayoría) y aumentos concomitantes del gasto y la corrupción -esta última, en general, tolerada-. Fue recién a mediados de los años 1990 cuando los precios del petróleo más bajos y un estancamiento económico pusieron fin al Pacto Punto Fijo, que recibió su nombre por la ciudad donde los principales partidos políticos de Venezuela negociaron un acuerdo de distribución del poder y acordaron respetar los resultados electorales.
CIUDAD DE MÉXICO – El 23 de enero de 1958, un grupo de oficiales del ejército venezolano derrocó al brutal dictador Marcos Pérez Jiménez, que había gobernado por seis años -más tiempo del que merecía- gracias a una bonanza petrolera. Poco tiempo después, se llevaron a cabo elecciones que dieron inicio a un período de 40 años de democracia representativa, sustentada por una sociedad civil vibrante, precios altos del petróleo (en su mayoría) y aumentos concomitantes del gasto y la corrupción -esta última, en general, tolerada-. Fue recién a mediados de los años 1990 cuando los precios del petróleo más bajos y un estancamiento económico pusieron fin al Pacto Punto Fijo, que recibió su nombre por la ciudad donde los principales partidos políticos de Venezuela negociaron un acuerdo de distribución del poder y acordaron respetar los resultados electorales.