CAMBRIDGE – La escena es muy familiar. Un gobierno reformista quiere impulsar el crecimiento económico y el empleo implementando reformas de mercado destinadas a lograr que el país se vuelva más atractivo a los inversionistas (muchas veces extranjeros). Los responsables de las políticas entienden que estos inversores tienen el dominio tecnológico, la capacidad organizacional y el acceso a mercados que el país necesita desesperadamente. Se crean comisiones para mejorar el desempeño del país en el índice Doing Business del Banco Mundial, el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial o en otros de los certámenes de belleza promovidos por un inmenso conjunto de rankings internacionales.
CAMBRIDGE – La escena es muy familiar. Un gobierno reformista quiere impulsar el crecimiento económico y el empleo implementando reformas de mercado destinadas a lograr que el país se vuelva más atractivo a los inversionistas (muchas veces extranjeros). Los responsables de las políticas entienden que estos inversores tienen el dominio tecnológico, la capacidad organizacional y el acceso a mercados que el país necesita desesperadamente. Se crean comisiones para mejorar el desempeño del país en el índice Doing Business del Banco Mundial, el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial o en otros de los certámenes de belleza promovidos por un inmenso conjunto de rankings internacionales.