En tiempos, cuando la planificación central comunista sofocaba la economía de China, la inversión en activos fijos era el criterio del régimen para calibrar el progreso económico. Cuantas más toneladas de acero se producían, hormigoneras se vaciaban y galones de petróleo crudo se bombeaban del subsuelo, mejor. La economía basada en el consumo, a la que Occidente capitalista había sucumbido, al parecer, estaba descartada por ser un tigre de papel.
En tiempos, cuando la planificación central comunista sofocaba la economía de China, la inversión en activos fijos era el criterio del régimen para calibrar el progreso económico. Cuantas más toneladas de acero se producían, hormigoneras se vaciaban y galones de petróleo crudo se bombeaban del subsuelo, mejor. La economía basada en el consumo, a la que Occidente capitalista había sucumbido, al parecer, estaba descartada por ser un tigre de papel.