CHICAGO – La demanda civil presentada por la Comisión de Valores de Estados Unidos contra Goldman Sachs por fraude con valores, acusando al banco de interpretar erróneamente la manera en que se había dado forma a una obligación de deuda colateralizada (CDO, por su sigla en inglés), ha reavivado el malestar público con las permutas de riesgo crediticio (CDS, por su sigla en inglés), el instrumento utilizado para apostar contra estas CDO. Antes de la crisis financiera de 2008, las CDS eran un producto esotérico, conocido exclusivamente por un número limitado de inversores sofisticados y académicos especializados. Hoy, son un nombre muy familiar, sinómimo de especulación descontrolada, codicia ilimitada y, en definitiva,inestabilidad sistémica.
CHICAGO – La demanda civil presentada por la Comisión de Valores de Estados Unidos contra Goldman Sachs por fraude con valores, acusando al banco de interpretar erróneamente la manera en que se había dado forma a una obligación de deuda colateralizada (CDO, por su sigla en inglés), ha reavivado el malestar público con las permutas de riesgo crediticio (CDS, por su sigla en inglés), el instrumento utilizado para apostar contra estas CDO. Antes de la crisis financiera de 2008, las CDS eran un producto esotérico, conocido exclusivamente por un número limitado de inversores sofisticados y académicos especializados. Hoy, son un nombre muy familiar, sinómimo de especulación descontrolada, codicia ilimitada y, en definitiva, inestabilidad sistémica.