STANFORD – Lejos están los tiempos en que los políticos consideraban la credibilidad su activo más preciado. De presidentes y primeros ministros para abajo, los autores de la política económica han ingresado a un territorio que excede el ámbito familiar de la exageración política, y están cada vez más desconectados de la idea que tienen los votantes de la realidad.
STANFORD – Lejos están los tiempos en que los políticos consideraban la credibilidad su activo más preciado. De presidentes y primeros ministros para abajo, los autores de la política económica han ingresado a un territorio que excede el ámbito familiar de la exageración política, y están cada vez más desconectados de la idea que tienen los votantes de la realidad.