STANFORD – La COVID-19 sacó a la luz tanto las fortalezas como las debilidades de la infraestructura de internet de banda ancha en Estados Unidos. Entre las cuestiones positivas, la oferta no solo resistió el extraordinario aumento de la demanda de comercio electrónico, telemedicina y comunicaciones, sino que se amplió. Cuando las medidas de confinamiento y distanciamiento social redujeron el acceso normal a los servicios educativos y de salud, la Internet lo compensó, al menos en parte, permitiendo la conectividad remota a decenas de millones de personas.
STANFORD – La COVID-19 sacó a la luz tanto las fortalezas como las debilidades de la infraestructura de internet de banda ancha en Estados Unidos. Entre las cuestiones positivas, la oferta no solo resistió el extraordinario aumento de la demanda de comercio electrónico, telemedicina y comunicaciones, sino que se amplió. Cuando las medidas de confinamiento y distanciamiento social redujeron el acceso normal a los servicios educativos y de salud, la Internet lo compensó, al menos en parte, permitiendo la conectividad remota a decenas de millones de personas.