En tiempos de guerra casi siempre es difícil obtener cifras precisas sobre el número de muertes de civiles. Con pocas excepciones, los demógrafos y los epidemiólogos no aplican sus conocimientos para hacer cálculos rigurosos y creíbles de la mortalidad y morbilidad entre los civiles. En ocasiones, la falta de libertad profesional impide que aquéllos que conocen mejor los datos –por ejemplo, los analistas cuyo modo de vida depende del o los gobiernos involucrados en el conflicto—utilicen sus conocimientos para fines que podrían ser perjudiciales políticamente.
En tiempos de guerra casi siempre es difícil obtener cifras precisas sobre el número de muertes de civiles. Con pocas excepciones, los demógrafos y los epidemiólogos no aplican sus conocimientos para hacer cálculos rigurosos y creíbles de la mortalidad y morbilidad entre los civiles. En ocasiones, la falta de libertad profesional impide que aquéllos que conocen mejor los datos –por ejemplo, los analistas cuyo modo de vida depende del o los gobiernos involucrados en el conflicto—utilicen sus conocimientos para fines que podrían ser perjudiciales políticamente.