WASHINGTON, DC – Hacer frente a una pandemia es una prueba agotadora incluso para las economías más avanzadas. Para los gobiernos endeudados de América Latina y el Caribe, es aún más difícil. Las posiciones fiscales de muchos países están más deterioradas ahora de lo que estaban cuando estalló la crisis financiera mundial de 2008. Peor aún, las políticas de estímulo que funcionan en tiempos normales no funcionarán contra las secuelas del COVID-19, y el financiamiento es cada vez más escaso a medida que los inversores huyen a activos y mercados más seguros.
WASHINGTON, DC – Hacer frente a una pandemia es una prueba agotadora incluso para las economías más avanzadas. Para los gobiernos endeudados de América Latina y el Caribe, es aún más difícil. Las posiciones fiscales de muchos países están más deterioradas ahora de lo que estaban cuando estalló la crisis financiera mundial de 2008. Peor aún, las políticas de estímulo que funcionan en tiempos normales no funcionarán contra las secuelas del COVID-19, y el financiamiento es cada vez más escaso a medida que los inversores huyen a activos y mercados más seguros.