BARCELONA – «Bla, bla, bla». Así caracterizó la joven activista por el clima Greta Thunberg la cumbre climática de este año en Glasgow (COP26), aun antes de que comenzara. Y algo de razón tenía. Hablar no sirve de nada si los acuerdos internacionales carecen de mecanismos efectivos para verificar y hacer valer los compromisos. Reuniones como la COP26 tienden a carecer de credibilidad, incluso cuando se las presenta como una «última oportunidad» para evitar el fin del mundo que conocemos. Pero también ayudan a generar conciencia sobre el problema y las posibles soluciones, que ya es mejor que el negacionismo de años pasados.
BARCELONA – «Bla, bla, bla». Así caracterizó la joven activista por el clima Greta Thunberg la cumbre climática de este año en Glasgow (COP26), aun antes de que comenzara. Y algo de razón tenía. Hablar no sirve de nada si los acuerdos internacionales carecen de mecanismos efectivos para verificar y hacer valer los compromisos. Reuniones como la COP26 tienden a carecer de credibilidad, incluso cuando se las presenta como una «última oportunidad» para evitar el fin del mundo que conocemos. Pero también ayudan a generar conciencia sobre el problema y las posibles soluciones, que ya es mejor que el negacionismo de años pasados.