MADRID – Atrapada desde los años 1960 en un conflicto armado prolongado con las milicias más inescrupulosas que uno pueda imaginar, y rehén de los señores de la droga que convirtieron las vastas zonas rurales del país en feudos de crimen y atrocidades inenarrables, Colombia durante mucho tiempo proyectó al mundo la imagen de un país adicto a la violencia. Pero ya no.
MADRID – Atrapada desde los años 1960 en un conflicto armado prolongado con las milicias más inescrupulosas que uno pueda imaginar, y rehén de los señores de la droga que convirtieron las vastas zonas rurales del país en feudos de crimen y atrocidades inenarrables, Colombia durante mucho tiempo proyectó al mundo la imagen de un país adicto a la violencia. Pero ya no.