DAVOS – En 2024, habrá elecciones en 76 países; es un año récord para la democracia. Pero coincide con un auge alarmante del populismo de derecha, cada vez más habituado a decirles a los votantes que la culpa de sus padecimientos económicos es de las políticas de lucha contra el cambio climático. La izquierda progresista no consigue articular una contranarrativa convincente, a pesar de que las iniciativas de descarbonización tienen un claro potencial para mejorar los ingresos, la productividad y el crecimiento económico. De mantenerse la falsa dicotomía entre prosperidad económica y sostenibilidad ambiental, la transición verde no tendrá el apoyo político que necesita para ser un éxito.
DAVOS – En 2024, habrá elecciones en 76 países; es un año récord para la democracia. Pero coincide con un auge alarmante del populismo de derecha, cada vez más habituado a decirles a los votantes que la culpa de sus padecimientos económicos es de las políticas de lucha contra el cambio climático. La izquierda progresista no consigue articular una contranarrativa convincente, a pesar de que las iniciativas de descarbonización tienen un claro potencial para mejorar los ingresos, la productividad y el crecimiento económico. De mantenerse la falsa dicotomía entre prosperidad económica y sostenibilidad ambiental, la transición verde no tendrá el apoyo político que necesita para ser un éxito.