LONDRES – Hace cincuenta años este mes, Mao Zedong lanzó la Revolución Cultural en China: una década de caos, persecución y violencia, motivados por la ideología y el interés de aumentar el poder personal de Mao. En vez de reflexionar sobre el legado destructivo de ese episodio, el gobierno chino limitó su discusión, y los ciudadanos chinos (solo interesados en la prosperidad económica obtenida tras tres décadas de reformas promercado) dieron su consentimiento. Pero en momentos en que el presidente Xi Jinping se lanzó a una campaña de purgas impiadosas y culto a su personalidad, enterrar el pasado supone un costo.
LONDRES – Hace cincuenta años este mes, Mao Zedong lanzó la Revolución Cultural en China: una década de caos, persecución y violencia, motivados por la ideología y el interés de aumentar el poder personal de Mao. En vez de reflexionar sobre el legado destructivo de ese episodio, el gobierno chino limitó su discusión, y los ciudadanos chinos (solo interesados en la prosperidad económica obtenida tras tres décadas de reformas promercado) dieron su consentimiento. Pero en momentos en que el presidente Xi Jinping se lanzó a una campaña de purgas impiadosas y culto a su personalidad, enterrar el pasado supone un costo.