LONDRES – El anuncio en octubre de que China está poniendo fin a su política de hijo único marca la culminación de una aberración histórica de 37 años que aceleró el envejecimiento demográfico del país durante décadas. Las consecuencias sociales y económicas de los controles drásticos de la población por parte de las autoridades, que redujeron la tasa de fertilidad promedio en los hogares urbanos de unos tres hijos en 1970 a apenas por encima de uno en 1982, han sido dramáticas. El interrogante ahora es si la nueva política de dos hijos del país mitigará esas consecuencias y, de ser así, en qué medida.
LONDRES – El anuncio en octubre de que China está poniendo fin a su política de hijo único marca la culminación de una aberración histórica de 37 años que aceleró el envejecimiento demográfico del país durante décadas. Las consecuencias sociales y económicas de los controles drásticos de la población por parte de las autoridades, que redujeron la tasa de fertilidad promedio en los hogares urbanos de unos tres hijos en 1970 a apenas por encima de uno en 1982, han sido dramáticas. El interrogante ahora es si la nueva política de dos hijos del país mitigará esas consecuencias y, de ser así, en qué medida.