Desde su fundación, la República Popular China adhirió a una política exterior de no interferencia en los asuntos internos de otro país –o al menos eso dice-. Pero con el rápido ascenso de China y la integración cada vez más estrecha con el mundo exterior, esta doctrina se ha vuelto cada vez más anacrónica.
Desde su fundación, la República Popular China adhirió a una política exterior de no interferencia en los asuntos internos de otro país –o al menos eso dice-. Pero con el rápido ascenso de China y la integración cada vez más estrecha con el mundo exterior, esta doctrina se ha vuelto cada vez más anacrónica.