tharoor126_ INDRANIL MUKHERJEEAFPGetty Images_kashmir protest Indranil Mukherjee/AFP/Getty Images

El problema chino de la India en Pakistán

NUEVA DELHI – Solo cabe esperar que las últimas tensiones entre India y Pakistán, surgidas después de que un ataque terrorista el mes pasado matara a más de 40 paramilitares indios y lesionara a varios más en el distrito de Pulwama en el estado norteño de Jammu y Cachemira, se solucionen pacíficamente. Pero, más allá de como acabe la actual crisis, el conflicto ha puesto de relieve un interesante tercer actor: China.

El último ataque en Jammu y Cachemira, que hace de frontera con Pakistán, ha renovado las preguntas acerca de la continua protección de China al grupo terrorista Jaish-e-Mohammed (JeM), con base en Pakistán. JeM se apresuró a atribuirse la autoría de un atacante suicida de 21 años, que detonó cerca de 300 kilogramos de RDX sobre un convoy policial de 78 vehículos.

India tiene un historial humillante con el fundador y jefe de JeM, Maulana Masood Azhar, liberado de una prisión india en 1999, junto a otros dos terroristas, a cambio de los pasajeros de un vuelo de Indian Airlines secuestrado por terroristas pakistanís en ruta a Kandahar en Afganistán, que entonces estaba gobernada por los talibanes. (Uno de los liberados junto con Azhar fue responsable del asesinato subsiguiente del periodista estadounidense Daniel Pearl.) Tras ello, JeM lanzó varios ataques terroristas sobre India, entre ellos un asalto en 2016 a una base del ejército en Uri, también en Jammu y Cachemira, en el que murieron 19 soldados y dio pie a un muy publicitado “golpe quirúrgico” a un campo de entrenamiento de JeM.

Si bien Pakistán lucha contra algunos terroristas islámicos de línea dura (notablemente los llamados talibanes pakistanís, que buscan derrocar al gobierno pakistaní), también impulsa sus objetivos estratégicos mediante el auspicio, el entrenamiento, el equipamiento y la financiación de grupos terroristas que atacan metas estratégicas en India, Afganistán e Irán. En el macabro tango de Pakistán con el terrorismo, Azhar y JeM operan abiertamente desde la ciudad de Bahawalpur, con instalaciones de entrenamiento y campos armados en varios lugares, incluido Balakot (que la Fuerza Aérea India atacó el 26 de febrero).

Azhar viaja y habla libremente por todo Pakistán, jactándose de sus credenciales terroristas, como lo hace Hafiz Saeed, cabeza de la organización Lashkar-e-Taiba y supuesto cerebro de los ataques del “26/11” que acabaron con las vidas de 166 civiles en Bombay en 2008. El gobierno indio ha intentado sancionar a Azhar en virtud de la Resolución 1267 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero, aunque 14 de los 15 miembros del Consejo de Seguridad apoyan estas medidas, China, firme aliado de Pakistán, las ha bloqueado tres veces.

No es difícil discernir las razones de la intransigencia de China, que se describe a sí misma como un aliado “contra viento y marea” de Pakistán, al que ve como un útil contrapeso frente a India. Más aún, Pakistán es un elemento central de la Iniciativa Belt and Road (BRI) de China, de la cual una pieza central es el Corredor Económico entre China y Pakistán (CPEC, por sus siglas en inglés), que conectará el oeste de China con el puerto de Guadar en la costa de Baluchistán.

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Cundo se complete, el proyecto CPEC, que tendrá un coste de $66 mil millones, será el mayor proyecto chino de desarrollo en el extranjero, y reducirá en más de la mitad los costes de su comercio con el Golfo Pérsico. Se trata de un proyecto emblemático y económicamente crucial para China que parece garantizar la indispensabilidad de Pakistán en sus cálculos geopolíticos por largo tiempo.

Aunque China se unió debidamente al coro de voces que condenaron el ataque suicida del 14 de febrero, su gobierno volvió a dejar en claro que no tenía ningún apuro por sancionar a Azhar. “Nos sentimos muy afectados por este ataque. Queremos expresar nuestras sinceras condolencias a las familias de los fallecidos y los heridos”, declaró Geng Shuang, vocero del ministerio de exteriores chino, pero extrañamente citó un “procedimiento” de la ONU para reafirmar la posición de su gobierno.

El Primer Ministro indio, Narendra Modi, que enfrenta una considerable presión interna para actuar con decisión contra JeM. En un evento público celebrado poco después del ataque de Pulwama, Modi señaló: “Hay mucha rabia y la sangre de la gente está en ebullición… Daremos una respuesta adecuada y contundente. Llevaremos a la justicia a las fuerzas tras el ataque.” El derribo de un avión militar indio y la subsiguiente captura y liberación de su piloto pueden haber ayudado a bajar la intensidad de la crisis. Pero, aunque los dos países estuvieron al borde de la guerra, India sabe que sus principales opciones son las diplomáticas.

El deseo de India de “aislar” a Pakistán internacionalmente por su apoyo al terrorismo ha chocado con la gran muralla china de apoyo al gobierno en Islamabad. Otros países también tienen razones bilaterales para no aislar a Pakistán. Estados Unidos la necesita por Afganistán, y en especial como vía para negociar un acuerdo con los talibanes afganos.

A Modi le avergüenza particularmente la continuidad del apoyo de China a Pakistán, que contradice el tan difundido “espíritu de Wuhan” que afirmó haber logrado con el Presidente Xi Jinping tras su cumbre del año pasado en la ciudad china de ese nombre. Cuando era líder de la oposición, Modi criticaba fieramente al gobierno indio por su supuesta actitud conciliatoria hacia China. Pero, desde que es primer ministro, China ha seguido bloqueando el ingreso de India al Grupo de Proveedores Nucleares. Modi tampoco ha podido impedir que China haga pasar el CPEC por la parte de Cachemira bajo control pakistaní (que India considera una violación de su soberanía) o que deje de reclamar soberanía en el estado indio de Arunachal Pradesh (que los chinos consideran como “Tíbet del sur”). Si alguna vez fue algo más que declaraciones de prensa, el espíritu de Wuhan está muy difuminado.

El año pasado, el Comité Permanente del Parlamento Indio sobre Asuntos Exteriores (que presido)publicó un informe sobre las relaciones sino-indias que criticó al gobierno de Modi de ser “cauteloso en extremo” acerca de las sensibilidades chinas” y planteaba que India no puede continuar su “política exterior deferente hacia China”.

Tras el ataque de Pulwama, Estados Unidos exigió que Pakistán “ponga fin de inmediato al apoyo y refugio de todo tipo de grupos terroristas”, y el Reino Unido y Francia han colaborado para proponer una “declaración presidencial” en el Consejo de Seguridad que condene el ataque suicida y el terrorismo de JeM. A pesar de las objeciones iniciales de China, han reiniciado la puesta en lista negra de Azhar, proceso que da hasta el 13 de marzo a los estados miembros para tomar una postura. Hay pocas dudas del voto de 14 países. ¿Seguirá China siendo el mayor habilitador del terrorismo del mundo?

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

https://prosyn.org/q110RJoes