LONDRES – La reformadora social británica, Eglantyne Jebb, puntualizó alguna vez que el único lenguaje internacional que el mundo entiende es el llanto de un niño. Casi un siglo después de que Jebb fundara Save the Children, el Premio Nobel de la Paz de 2014 fue concedido a Malala Yousafzai, la activista de diecisiete años que desde hace tiempo lucha por el derecho de las niñas a la educación, y al oponente al trabajo infantil, Kailash Satyarthi. De este modo, el Comité del Premio Nobel recompensó la lucha mundial de los derechos civiles contra el tráfico de menores, el trabajo infantil, el matrimonio de menores y la discriminación de niñas.
LONDRES – La reformadora social británica, Eglantyne Jebb, puntualizó alguna vez que el único lenguaje internacional que el mundo entiende es el llanto de un niño. Casi un siglo después de que Jebb fundara Save the Children, el Premio Nobel de la Paz de 2014 fue concedido a Malala Yousafzai, la activista de diecisiete años que desde hace tiempo lucha por el derecho de las niñas a la educación, y al oponente al trabajo infantil, Kailash Satyarthi. De este modo, el Comité del Premio Nobel recompensó la lucha mundial de los derechos civiles contra el tráfico de menores, el trabajo infantil, el matrimonio de menores y la discriminación de niñas.