CIUDAD DE MÉXICO – Si fuéramos unos optimistas irremediables veríamos los próximos acontecimientos en Venezuela y Colombia como un presagio de lo bueno que está por venir. En Venezuela, las elecciones presidenciales del 7 de octubre pueden poner fin a los catorce años en el poder de Hugo Chávez, al igual que a su destrucción sistemática de la economía, la represión a los medios de comunicación y las interminables intromisiones en los asuntos de otros países. En Colombia, las conversaciones de paz programadas para el 8 de octubre en Noruega entre el gobierno del Presidente, Juan Manuel Santos, y las FARC, pueden acabar con cuarenta años de guerra y derramamiento de sangre.
CIUDAD DE MÉXICO – Si fuéramos unos optimistas irremediables veríamos los próximos acontecimientos en Venezuela y Colombia como un presagio de lo bueno que está por venir. En Venezuela, las elecciones presidenciales del 7 de octubre pueden poner fin a los catorce años en el poder de Hugo Chávez, al igual que a su destrucción sistemática de la economía, la represión a los medios de comunicación y las interminables intromisiones en los asuntos de otros países. En Colombia, las conversaciones de paz programadas para el 8 de octubre en Noruega entre el gobierno del Presidente, Juan Manuel Santos, y las FARC, pueden acabar con cuarenta años de guerra y derramamiento de sangre.