La mayoría de los periodistas occidentales responden airadamente cuando los gobiernos amenazan con coartar su capacidad de reunir la información que necesitan. Algunos hasta han ido a la cárcel por proteger las identidades de fuentes e informantes anónimos, o han demandado a los gobiernos que les niegan el acceso a documentos cruciales. Lamentablemente, muchos periodistas parecen bastante más dispuestos a luchar por su derecho a reunir noticias que a batallar por su derecho a publicar y difundir libremente los resultados de sus actividades. De hecho, gran cantidad de periodistas y organizaciones noticiosas parecen aceptar la censura como un hecho natural en países que controlan regularmente sus medios de comunicación.
La mayoría de los periodistas occidentales responden airadamente cuando los gobiernos amenazan con coartar su capacidad de reunir la información que necesitan. Algunos hasta han ido a la cárcel por proteger las identidades de fuentes e informantes anónimos, o han demandado a los gobiernos que les niegan el acceso a documentos cruciales. Lamentablemente, muchos periodistas parecen bastante más dispuestos a luchar por su derecho a reunir noticias que a batallar por su derecho a publicar y difundir libremente los resultados de sus actividades. De hecho, gran cantidad de periodistas y organizaciones noticiosas parecen aceptar la censura como un hecho natural en países que controlan regularmente sus medios de comunicación.