NUEVA DELHI – Resulta aleccionador cuando un columnista se ve obligado a retractarse al poco tiempo de escribir sus ideas. Hace apenas dos meses, después de que la India enviara aceleradamente millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 a más de 60 países, alabé la «diplomacia de vacunas» de ese país; las aspiraciones de la India a ser reconocida como una potencia mundial habían recibido un impulso significativo. Ahora, con más de 300 000 nuevos casos diarios y una cantidad de muertes evidentemente muy superior a la informada, la India no se ajusta a la imagen de un líder global.
NUEVA DELHI – Resulta aleccionador cuando un columnista se ve obligado a retractarse al poco tiempo de escribir sus ideas. Hace apenas dos meses, después de que la India enviara aceleradamente millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 a más de 60 países, alabé la «diplomacia de vacunas» de ese país; las aspiraciones de la India a ser reconocida como una potencia mundial habían recibido un impulso significativo. Ahora, con más de 300 000 nuevos casos diarios y una cantidad de muertes evidentemente muy superior a la informada, la India no se ajusta a la imagen de un líder global.