TOKIO – El automóvil –desde hace ya tanto tiempo un símbolo de libertad, estatus y éxito– llegó a una encrucijada. Durante más de un siglo los automóviles han permitido que miles de millones de personas viajen más lejos, más rápido y más eficientemente que nunca antes. Han dado impulso a las grandes economías del mundo y forma a nuestro moderno paisaje social y cultural. Pero todo esto ha tenido sus costos: accidentes, congestión, contaminación, y una incómoda dependencia del petróleo, entre otros.
TOKIO – El automóvil –desde hace ya tanto tiempo un símbolo de libertad, estatus y éxito– llegó a una encrucijada. Durante más de un siglo los automóviles han permitido que miles de millones de personas viajen más lejos, más rápido y más eficientemente que nunca antes. Han dado impulso a las grandes economías del mundo y forma a nuestro moderno paisaje social y cultural. Pero todo esto ha tenido sus costos: accidentes, congestión, contaminación, y una incómoda dependencia del petróleo, entre otros.