LONDRES – En tiempos de agitación política, los eventos pueden pasar de ser algo imposible a convertirse en algo inevitable, sin ni siquiera pasar por lo improbable. A principios del año 2016, la idea de una salida de Gran Bretaña de la Unión Europea parecía casi tan absurda como la idea de que el próximo presidente estadounidense llegaría a ser Donald Trump, quien se había declarado en quiebra en seis oportunidades y se comportaba como una plaga sexual constante. Unos meses más tarde, Brexit y la presidencia de Trump recibían reconocimiento universal como la consecuencia inevitable de una reacción negativa en contra de la globalización y las élites, misma que pudo pronosticarse con décadas de anterioridad.
LONDRES – En tiempos de agitación política, los eventos pueden pasar de ser algo imposible a convertirse en algo inevitable, sin ni siquiera pasar por lo improbable. A principios del año 2016, la idea de una salida de Gran Bretaña de la Unión Europea parecía casi tan absurda como la idea de que el próximo presidente estadounidense llegaría a ser Donald Trump, quien se había declarado en quiebra en seis oportunidades y se comportaba como una plaga sexual constante. Unos meses más tarde, Brexit y la presidencia de Trump recibían reconocimiento universal como la consecuencia inevitable de una reacción negativa en contra de la globalización y las élites, misma que pudo pronosticarse con décadas de anterioridad.