Al prepararse para atacar Irak y derribar el régimen de Saddam Hussein, la administración Bush se basa en dos argumentos críticos. Primero, el presidente Bush y sus asesores principales insisten en que la próxima guerra en Irak es una extensión de la campaña militar contra el terrorismo. Le evitaría a los Estados Unidos, en palabras del subsecretario de defensa Paul Wolfowitz, "el peligro de que las armas iraquíes de destrucción masiva caigan en manos de terroristas".
Al prepararse para atacar Irak y derribar el régimen de Saddam Hussein, la administración Bush se basa en dos argumentos críticos. Primero, el presidente Bush y sus asesores principales insisten en que la próxima guerra en Irak es una extensión de la campaña militar contra el terrorismo. Le evitaría a los Estados Unidos, en palabras del subsecretario de defensa Paul Wolfowitz, "el peligro de que las armas iraquíes de destrucción masiva caigan en manos de terroristas".