CAMBRIDGE – En los primeros días de la crisis financiera global había cierto optimismo de que los países en desarrollo podrían evitar la debacle que vivían los países industriales avanzados. Después de todo, esta vez no eran ellos quienes habían caído en excesos financieros y sus fundamentales económicos parecían sólidos. Sin embargo, estas esperanzas quedaron en nada a medida que se secaba el crédito y colapsaba el comercio internacional, enviando a los países en desarrollo a la misma espiral en que cayeron las naciones industriales.
CAMBRIDGE – En los primeros días de la crisis financiera global había cierto optimismo de que los países en desarrollo podrían evitar la debacle que vivían los países industriales avanzados. Después de todo, esta vez no eran ellos quienes habían caído en excesos financieros y sus fundamentales económicos parecían sólidos. Sin embargo, estas esperanzas quedaron en nada a medida que se secaba el crédito y colapsaba el comercio internacional, enviando a los países en desarrollo a la misma espiral en que cayeron las naciones industriales.