Cuando Bulgaria se adhirió a la Unión Europea en enero pasado, creí que mi país por fin había dejado atrás su pasado represivo. Pero la reciente detención y amenaza de deportación de Annadurdy Hadjiev, un disidente de Turkmenistán que pidió asilo en este país, sugiere que algunas cosas nunca cambian.
Cuando Bulgaria se adhirió a la Unión Europea en enero pasado, creí que mi país por fin había dejado atrás su pasado represivo. Pero la reciente detención y amenaza de deportación de Annadurdy Hadjiev, un disidente de Turkmenistán que pidió asilo en este país, sugiere que algunas cosas nunca cambian.