El futuro del auge inmobiliario, y las posibles repercusiones financieras de una caída sustancial de los precios en los próximos años, es una cuestión de creciente preocupación entre los gobiernos de todo el mundo. Yo aprendí esto de primera mano cuando asistí al simposio de Jackson Hole de este año, en la remota localidad desértica de Wyoming, donde, irónicamente, casi no hay casas para comprar. Los aullidos de los coyotes y el ruido de los cuernos de los alces resonaban por la noche. Pero, de día, todos hablaban de bienes raíces.
El futuro del auge inmobiliario, y las posibles repercusiones financieras de una caída sustancial de los precios en los próximos años, es una cuestión de creciente preocupación entre los gobiernos de todo el mundo. Yo aprendí esto de primera mano cuando asistí al simposio de Jackson Hole de este año, en la remota localidad desértica de Wyoming, donde, irónicamente, casi no hay casas para comprar. Los aullidos de los coyotes y el ruido de los cuernos de los alces resonaban por la noche. Pero, de día, todos hablaban de bienes raíces.