MADRID – La cumbre de los BRICS que ha concluido la semana pasada -reunión de los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- había sido pregonada como un evento decisivo que podría cambiar los contornos de las relaciones internacionales. Algunos lacompararon con laConferencia de Bandung de 1955, que sentó las bases para el Movimiento No Alineado, mientras que otros anticipaban progreso hacia un sistema alternativo de gobernanza global adecuado para un mundo multipolar. Pero lo que demostró la cumbre es que los agravios compartidos por los miembros no se traducen en una visión compartida.
MADRID – La cumbre de los BRICS que ha concluido la semana pasada -reunión de los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- había sido pregonada como un evento decisivo que podría cambiar los contornos de las relaciones internacionales. Algunos la compararon con la Conferencia de Bandung de 1955, que sentó las bases para el Movimiento No Alineado, mientras que otros anticipaban progreso hacia un sistema alternativo de gobernanza global adecuado para un mundo multipolar. Pero lo que demostró la cumbre es que los agravios compartidos por los miembros no se traducen en una visión compartida.