LONDRES – Cuando a mediados de los noventa asumí la dirección de la supervisión bancaria en el Reino Unido, a mis amigos no les pareció un cambio atractivo o estimulante en mi carrera. La regulación bancaria era un trabajo deslucido, como limpiar alcantarillas: esencial, tal vez, pero muy lejos de las primeras planas. Si alguien me preguntaba lo que hacía en el trabajo, generalmente era señal de cortesía más que de auténtico interés.
LONDRES – Cuando a mediados de los noventa asumí la dirección de la supervisión bancaria en el Reino Unido, a mis amigos no les pareció un cambio atractivo o estimulante en mi carrera. La regulación bancaria era un trabajo deslucido, como limpiar alcantarillas: esencial, tal vez, pero muy lejos de las primeras planas. Si alguien me preguntaba lo que hacía en el trabajo, generalmente era señal de cortesía más que de auténtico interés.