LONDRES – Las guerras terminan cuando los beligerantes renuncian a combatir. La forma más segura para que eso ocurra, y a veces la menos destructiva, es una batalla decisiva que lleve a una rendición incondicional. La aplastante victoria de Boris Johnson en la elección general de este mes en el Reino Unido fue una de esas batallas. Tras la total derrota de los partidos opositores, Johnson ahora disfruta el poder ilimitado conferido a los primeros ministros británicos con grandes mayorías. La constitución no escrita del RU se abstiene de controles y contrapesos como los incluidos en otras constituciones nacionales, lo que otorga a un partido con mayoría parlamentaria una soberanía absoluta que a menudo se describe como “dictadura electiva”.
LONDRES – Las guerras terminan cuando los beligerantes renuncian a combatir. La forma más segura para que eso ocurra, y a veces la menos destructiva, es una batalla decisiva que lleve a una rendición incondicional. La aplastante victoria de Boris Johnson en la elección general de este mes en el Reino Unido fue una de esas batallas. Tras la total derrota de los partidos opositores, Johnson ahora disfruta el poder ilimitado conferido a los primeros ministros británicos con grandes mayorías. La constitución no escrita del RU se abstiene de controles y contrapesos como los incluidos en otras constituciones nacionales, lo que otorga a un partido con mayoría parlamentaria una soberanía absoluta que a menudo se describe como “dictadura electiva”.