LONDRES – La idea de que el primer ministro británico Boris Johnson sea un hombre del pueblo, un tribuno de la gente de a pie que combate a las élites establecidas, puede parecer anómala, incluso directamente absurda. Al fin y al cabo, Johnson es un ejemplo perfecto de la élite inglesa: graduado de Eton y Oxford, con todos los amaneramientos (verbales y no verbales) de la clase alta británica. Como periodista y parlamentario, ha sido alborotador y a menudo deshonesto, pero nunca dejó de ser una voz comprometida del establishment conservador.
LONDRES – La idea de que el primer ministro británico Boris Johnson sea un hombre del pueblo, un tribuno de la gente de a pie que combate a las élites establecidas, puede parecer anómala, incluso directamente absurda. Al fin y al cabo, Johnson es un ejemplo perfecto de la élite inglesa: graduado de Eton y Oxford, con todos los amaneramientos (verbales y no verbales) de la clase alta británica. Como periodista y parlamentario, ha sido alborotador y a menudo deshonesto, pero nunca dejó de ser una voz comprometida del establishment conservador.