MOSCÚ – La mayoría de la gente se imagina las revoluciones como terremotos o erupciones volcánicas que llegan sin aviso y barren sistemas políticos enteros. Pero los historiadores, los politólogos y hasta algún que otro político saben que la realidad es muy diferente: las revoluciones se producen cuando un sistema se vacía o descompone desde el interior. Sólo entonces los revolucionarios pueden descartar las normas de conducta establecidas (o incluso la verdad) como insignificancias que no deberían oponer obstáculos a la voluntad popular. Las revoluciones se producen cuando (como dicen los chinos) los sistemas de poder pierden el “mandato del Cielo”.
MOSCÚ – La mayoría de la gente se imagina las revoluciones como terremotos o erupciones volcánicas que llegan sin aviso y barren sistemas políticos enteros. Pero los historiadores, los politólogos y hasta algún que otro político saben que la realidad es muy diferente: las revoluciones se producen cuando un sistema se vacía o descompone desde el interior. Sólo entonces los revolucionarios pueden descartar las normas de conducta establecidas (o incluso la verdad) como insignificancias que no deberían oponer obstáculos a la voluntad popular. Las revoluciones se producen cuando (como dicen los chinos) los sistemas de poder pierden el “mandato del Cielo”.