Bombardeo al presupuesto de los Estados Unidos

PARIS – Mientras Estados Unidos y el mundo conmemoran el quinto aniversario de la invasión de Iraq, hierven los debates acerca de las consecuencias para Iraq, para el Oriente Próximo y para la reputación de Estados Unidos en el mundo. Sin embargo, el impacto interno de la guerra de Iraq –el presupuesto del Pentágono, que crece cada vez más, y su influencia de largo plazo en la economía de EE.UU.- pueden terminar siendo su consecuencia más duradera.

La solicitud de $515,4 mil millones de dólares por parte del Departamento de Defensa de EE.UU. para el año fiscal 2009 deja pequeño a cualquier otro presupuesto de militar en el mundo. Y esta enorme suma –un aumento del 5% con respecto al presupuesto militar de 2008- se ha de destinar sólo a las operaciones normales del ejército estadounidense, es decir, no incluye las guerras en Iraq y Afganistán.

Desde que asumió el cargo el 2001, el Presidente George W. Bush ha aumentado el presupuesto militar regular en un 30%, sin siquiera incluir esta cifra las guerras que impulsó. El año pasado, la totalidad de los gastos militares y de contraterrorismo de Estados Unidos llegaron a los $600 mil millones. Uno puede suponer que el gasto total de año próximo en asuntos militares será incluso mayor. Ajustado a la inflación, el gasto militar de EE.UU. ha alcanzado su nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Hay algún límite a la expansión del gasto? EE.UU. está asignando más dinero para defensa hoy que durante la guerra contra Hitler o la Guerra Fría. La administración Bush parece pensar que las amenazas militares son más graves. Han quedado en silencio las palabras sobre el así llamado “dividendo de la paz” que supuestamente iba a venir con la caída del Muro de Berlín.

Por supuesto, dado que la economía estadounidense ha crecido más rápido que el gasto militar, la proporción del PGB destinada a gastos militares ha ido reduciéndose con los años. EE. UU. gastó un 14% de su PGB en las fuerzas armadas durante la Guerra de Corea (1950-53, el punto culminante de la Guerra Fría), 9% durante la Guerra de Vietnam y un 4% en la actualidad.

Aún así, considerando la enorme escala del gasto militar actual, cabe preguntarse si es racional. La economía estadounidense probablemente esté en recesión, están juntándose nubes de tormenta sobre su sistema de pensiones y atención de salud, y es posible que su presupuesto militar carezca de sentido incluso en términos estratégicos. Por si solo, Estados Unidos representa un 50% del gasto militar mundial, lo que históricamente no tiene precedentes para un solo país. La mayoría de los demás países no llegan a acercarse a estas cifras.

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De hecho, el país que está en el segundo lugar en términos de gasto militar anual total, el Reino Unido, queda muy por detrás, con $55 mil millones, seguido de Francia ($45 mil millones), Japón ($41 mil millones) y Alemania ($35 mil millones). China y Rusia, que pueden considerarse rivales estratégicos de EE.UU., gastan $35 mil millones y $24 mil millones respectivamente (si bien es probable que estas cifras subestimen el gasto, el monto verdadero ciertamente está muy por debajo del nivel de los Estados Unidos). Irán, descrito por la administración Bush como una amenaza importante, es un enano en términos militares, con un gasto de apenas $6,6 mil millones.

Algunas voces en Estados Unidos están llamando a hacer gastos aún mayores. De hecho, el Pentágono desea aumentar el Cuerpo de Marines y las fuerzas de Operaciones Especiales. Puesto que cada vez es más difícil reclutar y retener soldados, hacerlo probablemente exigirá aumentar sus salarios y mejorar su calidad de vida. Los soldados discapacitados también costarán una gran cantidad de dinero, incluso si el Pentágono no paga automáticamente todas sus necesidades.

No parece posible satisfacer ni siquiera las razones aparentes para esta interminable orgía de gasto, es decir, el éxito de la así llamada “guerra al terrorismo”. Mike McConnell, Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, admitió recientemente a un panel del Senado de EE.UU. que Al-Qaeda está fortaleciéndose y que está mejorando a paso constante su capacidad de reclutar, entrenar e incluso atacar a los Estados Unidos.

Esa evaluación es sorprendente, y sin embargo pocos líderes estadounidenses, ya sea demócratas o republicanos, parecen cuestionarse si el poder  militar es la mejor respuesta a los problemas de seguridad. De hecho, al descansar principalmente en soluciones militares para dar respuesta a problemas políticos, Estados Unidos parece aumentar en lugar de reducir las amenazas que enfrenta.

Después de todo, los peligros que Estados Unidos enfrenta hoy en día no provienen de naciones estado, sino de actores no estatales contra los cuales son inútiles las bombas nucleares y los portaaviones. Sería menos costoso y más fructífero para los estadounidenses abordar al conflicto entre israelíes y palestinos, regresar a un enfoque multilateral y respetar los principios morales que recomiendan a los demás. De manera similar, sólo mediante la adopción de una estrategia así Estados Unidos podrá comenzar a comprimir el exagerado presupuesto del Pentágono y comenzar a enfrentar sus muchas aflicciones internas.

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