CAMBRIDGE – Ya pasó un mes de 2024 y la proyección general para la economía global sigue siendo cautelosamente optimista: la mayoría de los bancos centrales y de los analistas proyecta un aterrizaje suave o, directamente, ningún aterrizaje. Inclusive mi colega Nouriel Roubini, famoso por su sesgo bajista, considera que los peores escenarios son los que tienen menos probabilidades de materializarse.
CAMBRIDGE – Ya pasó un mes de 2024 y la proyección general para la economía global sigue siendo cautelosamente optimista: la mayoría de los bancos centrales y de los analistas proyecta un aterrizaje suave o, directamente, ningún aterrizaje. Inclusive mi colega Nouriel Roubini, famoso por su sesgo bajista, considera que los peores escenarios son los que tienen menos probabilidades de materializarse.