Todas las revoluciones, al final, pasan de la euforia a la desilusión. En una atmósfera revolucionaria de solidaridad y autosacrificio, los participantes suelen pensar que, cuando su victoria sea completa, el Paraíso en la Tierra será inevitable. Naturalmente, nunca llega el Paraíso, sino la decepción, lógicamente. Eso es lo que parece suceder en la Ucrania actual, cuando su población se prepara para votar un nuevo parlamento poco más de un año después de su lograda "revolución anaranjada".
Todas las revoluciones, al final, pasan de la euforia a la desilusión. En una atmósfera revolucionaria de solidaridad y autosacrificio, los participantes suelen pensar que, cuando su victoria sea completa, el Paraíso en la Tierra será inevitable. Naturalmente, nunca llega el Paraíso, sino la decepción, lógicamente. Eso es lo que parece suceder en la Ucrania actual, cuando su población se prepara para votar un nuevo parlamento poco más de un año después de su lograda "revolución anaranjada".