Cuidado con los Símbolos

La crisis de Argentina ha estado en el fuego durante un largo tiempo. El país lleva tanto tiempo en crisis, sin duda, que la cuestión ya no es si hervirá o no, sino cuándo lo hará.

Los orígenes de la crisis de Argentina se remontan a decisiones tomadas en 1991, a la lucha para contener la elevada inflación que marcó la agonía de los últimos días de la junta militar. En ese año, Domingo Cavallo, quien ya estaba en el puesto de Secretario del Tesoro, tomó la altamente simbólica decisión de fijar el valor del peso al del dólar a través de una tasa fija de cambio. Además, puso en práctica esta decisión de forma también altamente simbólica, estableciendo la tasa de cambio en un peso por un dólar.

Como simbolismo, eso estuvo bien. El nuevo peso "fuerte" marcó el final de la era inflacionaria de Argentina, una época en la que el país se mostró, una y otra vez, incapaz de controlar su presupuesto, su moneda, su inflación o su tasa de cambio. Ese sería el inicio de una nueva era, en la que una Argentina responsable y moderna se abriría de forma disciplinada a Estados Unidos (EU) y al mundo. Pero, como los antiguos griegos enseñaban, los dioses destruyen al concedernos nuestros deseos o al cumplirlos en demasía. Sin duda alguna, la reforma monetaria de Argentina realizada hace diez años es la raíz de la crisis actual.

La razón es casi obvia: Argentina no es EU, y el peso no es el dólar. Argentina es una economía pequeña del hemisferio sur; EU es una economía grande y diversificada del hemisferio norte. Argentina exporta ganado y materias primas; EU exporta alta tecnología y servicios. Argentina comercia con Brasil, EU con Japón. Argentina debe luchar para atraer capital; EU succiona el capital de todas partes del mundo. Que las dos naciones tengan la misma tasa de cambio es un crímen contra la lógica; probó también ser un crímen contra Argentina.

Hasta 1999 todo parecía indicar que Domingo Cavallo había hecho lo correcto. El crecimiento de Argentina era rápido y su inflación desapareció velozmente, también. Entonces, el bumerang dió la inevitable voltereta y una amarga combinación de golpes destruyó el crecimiento de Argentina: Brasil devaluó su moneda, el Real, cerca de 50%; el costo de las materias primas, principal exportación argentina, cayó drásticamente. Todo esto mientras el dólar incrementaba fuertemente su valor reflejando el auge económico estadounidense de los años de Clinton. Esa combinación fue letal. De hecho, desde 1999, el crecimiento ha sido insignificante y Argentina ha sufrido una profunda crisis.

Esa crisis financiera, que ahora domina todo en Argentina, es más reciente y casi tangencial. Bajo la influencia de la recesión, el déficit presupuestario se ha elevado rápidamente y los acreedores del gobierno argentino han concluído que no recuperarán su dinero.

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La realidad es que la situación presupuestaria no es tan mala: a pesar de la recesión actual, el déficit presupuestario de Argentina, exceptuando los pagos de intereses, es sólo de alrededor 1% del PIB. La razón deuda-PIB es menor al 60%, nivel promedio en los países de la Unión Europea.

El "Signor" Cavallo, quien volvió al Departamento del Tesoro para salvar a su bebé, tiene razón cuando asegura que los problemas presupuestarios simple y llanamente no son tan terribles como muchas personas piensan. Pero los acreedores de Argentina, temiendo que falte a sus obligaciones, demandan tasas de interés tan altas (cerca del 50% hoy en día) que no hay esperanza de que el gobierno pueda obtener un préstamo. Así, en cuanto a la falta de pago se refiere, la pegunta ya no es "si" sucederá, sino "cuándo" sucederá.

Esta crisis financiera quizá marque el final del experimento Cavallo, que se promovió alrededor del mundo. Pero la mayor crisis todavía evolucionando en Argentina, es la económica, la cual en sí misma ha persistido desde 1999. Encontrar una ruta para salir de ella no será fácil, pues no hay escapatoria que parezca evidente: la deuda de Argentina está ahora expresada en dólares y, como sucedió en Asia en 1997, una devaluación incrementará el peso de la deuda. Argentina tiene ahora tanto la posibilidad de empeorar las cosas como de mejorarlas. En la economía (como en la mayoría de los otros ámbitos de la existencia humana), es mejor tener cuidado con los símbolos.

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