¿El alza inexorable de los costos médicos en todo el mundo algún día planteará un desafío importante para el capitalismo contemporáneo? Mi teoría es que, en un futuro no tan distante, el respaldo moral, social y político al capitalismo será puesto a prueba a medida que los supuestos sistemas de salud igualitarios enfrenten costos cada vez más elevados.
Los crecientes ingresos, el envejecimiento de la población y las nuevas tecnologías para prolongar y mejorar la vida hicieron que los costos de salud subieran el 3,5% más rápido que el ingreso general desde hace muchas décadas a esta parte en Estados Unidos. Algunos economistas prominentes proyectan que los gastos en salud, que ya representan el 16% de la economía estadounidense, aumentarán al 30% del PBI para el año 2030, y tal vez se acerquen al 50% más avanzado el siglo. Otros países ricos y de ingresos medios, si bien normalmente gastan sólo la mitad que Estados Unidos hoy, no se quedarán muy atrás.
Los países en Europa y otras partes han resguardado a sus ciudadanos de parte de este aumento montándose sobre los avances tecnológicos de Estados Unidos. Sin embargo, terminan enfrentando las mismas presiones de los costos en alza.
¿El inicio del siglo XXI no marcó, acaso, la muerte de todas las otras ideologías, con la presión del capitalismo salvaje de China sobre formas más moderadas en Europa y otras partes? El problema es que las actitudes hacia la atención sanitaria son fundamentalmente diferentes.
Muchas sociedades consideran que la atención sanitaria es un derecho, no un lujo. Cuando los gastos médicos representaban apenas un mínimo porcentaje de los ingresos, como sucedía hace 50 años, un enfoque igualitario hacia la atención sanitaria era una pequeña extravagancia. Los costos directos e indirectos eran relativamente menores y posibles de afrontar.
Pero a medida que los gastos en salud empezaron a llevarse una tercera parte del ingreso nacional, el socialismo de la atención sanitaria empezó a convertirse, lisa y llanamente, en puro marxismo: a cada uno lo que necesita. Hasta el capitalismo autoritario de China algún día sentirá la presión, cuando sus poblaciones rurales, que actualmente tienen un acceso limitado a los médicos o a los hospitales, finalmente estallen de descontento.
At a time when democracy is under threat, there is an urgent need for incisive, informed analysis of the issues and questions driving the news – just what PS has always provided. Subscribe now and save $50 on a new subscription.
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Se suele oír hablar de los crecientes costos de la atención sanitaria en el contexto de las proyecciones presupuestarias del gobierno para el futuro, cuando se calcula que los costos de salud de la tercera edad dominarán el crecimiento en los gastos del gobierno en los próximos años. Pero un análisis minucioso de las proyecciones, por caso, de la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, demuestra que el envejecimiento de nuestras sociedades es sólo una parte del problema, y no la más grande. La verdadera cuestión es si las sociedades están dispuestas a proporcionarle a la gente mayor el mismo acceso a técnicas médicas cada vez más nuevas y mejoradas.
Un cambio en el horizonte que exacerbará las fricciones actuales es la creciente importancia de la atención sanitaria individualizada. Durante gran parte de la historia moderna, las precauciones de salud pública relativamente económicas, como el suministro de agua potable y las vacunaciones de rutina, han sido el factor principal que hizo aumentar la expectativa de vida. Las medidas de salud pública han denotado la importancia de la atención individual.
Sin embargo, hoy, el equilibro está cambiando. Las operaciones de corazón ya son un factor importante en la prolongación de la vida en muchos países ricos. Las técnicas sofisticadas de diagnóstico por rayos X como las tomografías computadas hacen posible detectar muchos tipos de cáncer en una etapa tratable.
Algunos investigadores farmacéuticos predicen que con los continuos avances en la comprensión del genoma humano, los médicos tal vez terminen siendo capaces de predecir enfermedades con 15-20 años de anticipación, y empiecen un tratamiento profiláctico de inmediato. (Frente a la predicción de algunos expertos de que los individuos, como rutina, vivirán más allá de los 110-115 años para mediados de siglo, uno podría preguntarse qué efecto tendrá todo esto en otras convenciones sociales como el matrimonio, pero dejaré este pensamiento para otro día).
Además de reducir la mortalidad, las nuevas técnicas médicas también pueden tener un efecto importante en la calidad de vida. En Estados Unidos se practican aproximadamente 250.000 reemplazos de cadera cada año. Los pacientes de menos de 60 años se están volviendo más importantes ya que las articulaciones artificiales más modernas demuestran su capacidad para soportar estilos de vida más activos.
A 6.000 dólares, el costo promedio de un reemplazo de cadera es sólo una milésima parte del costo de lo que supuestamente implicaba implantar un brazo, un ojo y dos piernas biónicos en "El hombre de los seis millones de dólares", en la popular serie televisiva de mediados de los años 70. Por supuesto, los pacientes que se someten a un reemplazo de cadera no obtienen una velocidad, una fuerza y una visión sobrehumanas -al menos, no todavía-. Si las autoridades del Tour de France creen que tienen serios problemas hoy con los esteroides, esperen a dentro de diez años.
En principio, un mayor uso de los mecanismos de mercado para distribuir la atención sanitaria puede retardar o incluso revertir temporalmente el aumento de los costos de la atención sanitaria. Pero una mejor eficiencia tiene sus límites. En definitiva, la evidencia sugiere que, con el tiempo, las sociedades gastan fracciones cada vez más importantes de sus ingresos en salud, a diferencia de los gastos en alimentos, por ejemplo, que decaen a medida que los países se vuelven más ricos.
Las presiones del gasto, a su vez, conducen a una aceleración de la innovación. Esto aumenta el bienestar general a largo plazo, pero exacerba las desigualdades y las fricciones a corto plazo.
No me opongo al capitalismo de la atención sanitaria. Lo que hago es advertir que el apoyo se volverá frágil, mucho más que a la globalización hoy, por ejemplo. La mayoría de los países dependen demasiado de la autoridad y el control, y ofrecen incentivos excesivamente escasos para que pacientes y proveedores hagan elecciones eficientes. De todos modos, todavía está por verse si las presiones de la atención sanitaria en definitiva harán que se revierta la tendencia actual hacia un capitalismo de libre (más libre) mercado, donde una porción muy importante de la economía vire hacia un sistema más socialista. Algunas sociedades podrían decidir que es mejor ser comunista que estar muerto.
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Donald Trump's return to the White House will almost certainly trigger an unmanaged decoupling of the world’s most important geopolitical relationship, increasing the risk of global economic disruption and crisis. After all, Chinese leaders will be far less conciliatory than they were during his first term.
thinks Xi Jinping's government will be less accommodative of the “Tariff Man's” demands this time around.
No matter how committed Donald Trump and his oligarch cronies are to a tax cut, the laws of arithmetic cannot be repealed. If only a handful of Republican lawmakers keep their promise not to increase the US budget deficit, there is no way that the incoming administration can enact its economic agenda and keep the government running.
points out that no amount of bluster or strong-arming can overcome the laws of arithmetic.
¿El alza inexorable de los costos médicos en todo el mundo algún día planteará un desafío importante para el capitalismo contemporáneo? Mi teoría es que, en un futuro no tan distante, el respaldo moral, social y político al capitalismo será puesto a prueba a medida que los supuestos sistemas de salud igualitarios enfrenten costos cada vez más elevados.
Los crecientes ingresos, el envejecimiento de la población y las nuevas tecnologías para prolongar y mejorar la vida hicieron que los costos de salud subieran el 3,5% más rápido que el ingreso general desde hace muchas décadas a esta parte en Estados Unidos. Algunos economistas prominentes proyectan que los gastos en salud, que ya representan el 16% de la economía estadounidense, aumentarán al 30% del PBI para el año 2030, y tal vez se acerquen al 50% más avanzado el siglo. Otros países ricos y de ingresos medios, si bien normalmente gastan sólo la mitad que Estados Unidos hoy, no se quedarán muy atrás.
Los países en Europa y otras partes han resguardado a sus ciudadanos de parte de este aumento montándose sobre los avances tecnológicos de Estados Unidos. Sin embargo, terminan enfrentando las mismas presiones de los costos en alza.
¿El inicio del siglo XXI no marcó, acaso, la muerte de todas las otras ideologías, con la presión del capitalismo salvaje de China sobre formas más moderadas en Europa y otras partes? El problema es que las actitudes hacia la atención sanitaria son fundamentalmente diferentes.
Muchas sociedades consideran que la atención sanitaria es un derecho, no un lujo. Cuando los gastos médicos representaban apenas un mínimo porcentaje de los ingresos, como sucedía hace 50 años, un enfoque igualitario hacia la atención sanitaria era una pequeña extravagancia. Los costos directos e indirectos eran relativamente menores y posibles de afrontar.
Pero a medida que los gastos en salud empezaron a llevarse una tercera parte del ingreso nacional, el socialismo de la atención sanitaria empezó a convertirse, lisa y llanamente, en puro marxismo: a cada uno lo que necesita. Hasta el capitalismo autoritario de China algún día sentirá la presión, cuando sus poblaciones rurales, que actualmente tienen un acceso limitado a los médicos o a los hospitales, finalmente estallen de descontento.
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Se suele oír hablar de los crecientes costos de la atención sanitaria en el contexto de las proyecciones presupuestarias del gobierno para el futuro, cuando se calcula que los costos de salud de la tercera edad dominarán el crecimiento en los gastos del gobierno en los próximos años. Pero un análisis minucioso de las proyecciones, por caso, de la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, demuestra que el envejecimiento de nuestras sociedades es sólo una parte del problema, y no la más grande. La verdadera cuestión es si las sociedades están dispuestas a proporcionarle a la gente mayor el mismo acceso a técnicas médicas cada vez más nuevas y mejoradas.
Un cambio en el horizonte que exacerbará las fricciones actuales es la creciente importancia de la atención sanitaria individualizada. Durante gran parte de la historia moderna, las precauciones de salud pública relativamente económicas, como el suministro de agua potable y las vacunaciones de rutina, han sido el factor principal que hizo aumentar la expectativa de vida. Las medidas de salud pública han denotado la importancia de la atención individual.
Sin embargo, hoy, el equilibro está cambiando. Las operaciones de corazón ya son un factor importante en la prolongación de la vida en muchos países ricos. Las técnicas sofisticadas de diagnóstico por rayos X como las tomografías computadas hacen posible detectar muchos tipos de cáncer en una etapa tratable.
Algunos investigadores farmacéuticos predicen que con los continuos avances en la comprensión del genoma humano, los médicos tal vez terminen siendo capaces de predecir enfermedades con 15-20 años de anticipación, y empiecen un tratamiento profiláctico de inmediato. (Frente a la predicción de algunos expertos de que los individuos, como rutina, vivirán más allá de los 110-115 años para mediados de siglo, uno podría preguntarse qué efecto tendrá todo esto en otras convenciones sociales como el matrimonio, pero dejaré este pensamiento para otro día).
Además de reducir la mortalidad, las nuevas técnicas médicas también pueden tener un efecto importante en la calidad de vida. En Estados Unidos se practican aproximadamente 250.000 reemplazos de cadera cada año. Los pacientes de menos de 60 años se están volviendo más importantes ya que las articulaciones artificiales más modernas demuestran su capacidad para soportar estilos de vida más activos.
A 6.000 dólares, el costo promedio de un reemplazo de cadera es sólo una milésima parte del costo de lo que supuestamente implicaba implantar un brazo, un ojo y dos piernas biónicos en "El hombre de los seis millones de dólares", en la popular serie televisiva de mediados de los años 70. Por supuesto, los pacientes que se someten a un reemplazo de cadera no obtienen una velocidad, una fuerza y una visión sobrehumanas -al menos, no todavía-. Si las autoridades del Tour de France creen que tienen serios problemas hoy con los esteroides, esperen a dentro de diez años.
En principio, un mayor uso de los mecanismos de mercado para distribuir la atención sanitaria puede retardar o incluso revertir temporalmente el aumento de los costos de la atención sanitaria. Pero una mejor eficiencia tiene sus límites. En definitiva, la evidencia sugiere que, con el tiempo, las sociedades gastan fracciones cada vez más importantes de sus ingresos en salud, a diferencia de los gastos en alimentos, por ejemplo, que decaen a medida que los países se vuelven más ricos.
Las presiones del gasto, a su vez, conducen a una aceleración de la innovación. Esto aumenta el bienestar general a largo plazo, pero exacerba las desigualdades y las fricciones a corto plazo.
No me opongo al capitalismo de la atención sanitaria. Lo que hago es advertir que el apoyo se volverá frágil, mucho más que a la globalización hoy, por ejemplo. La mayoría de los países dependen demasiado de la autoridad y el control, y ofrecen incentivos excesivamente escasos para que pacientes y proveedores hagan elecciones eficientes. De todos modos, todavía está por verse si las presiones de la atención sanitaria en definitiva harán que se revierta la tendencia actual hacia un capitalismo de libre (más libre) mercado, donde una porción muy importante de la economía vire hacia un sistema más socialista. Algunas sociedades podrían decidir que es mejor ser comunista que estar muerto.