MINSK – En algún momento, todos los dictadores empiezan a creer en sus propias mentiras. El presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko es un buen ejemplo: hoy en día se está comportando como si realmente hubiera ganado el 80% de los votos en una elección que, según sus propias palabras, estuvo amañada.
MINSK – En algún momento, todos los dictadores empiezan a creer en sus propias mentiras. El presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko es un buen ejemplo: hoy en día se está comportando como si realmente hubiera ganado el 80% de los votos en una elección que, según sus propias palabras, estuvo amañada.