COPENHAGUE – El uso que está haciendo Rusia de la energía como arma política y económica ha puesto a los países que rodean el mar Báltico en la primera línea de la crisis energética internacional. Pero mediante el fortalecimiento de la seguridad energética, el abandono de los combustibles fósiles rusos y un incremento de la capacidad de generación eólica offshore al séptuplo en apenas ocho años, los países de la región serán un elemento clave en la protección de Europa contra el arma energética rusa.
COPENHAGUE – El uso que está haciendo Rusia de la energía como arma política y económica ha puesto a los países que rodean el mar Báltico en la primera línea de la crisis energética internacional. Pero mediante el fortalecimiento de la seguridad energética, el abandono de los combustibles fósiles rusos y un incremento de la capacidad de generación eólica offshore al séptuplo en apenas ocho años, los países de la región serán un elemento clave en la protección de Europa contra el arma energética rusa.