De cómo contrarrestar a los rivales de Asia

OXFORD – George W. Bush se está acercando al fin de su presidencia afectado por bajos índices de popularidad, lo cual refleja en parte sus políticas en Oriente Medio. Pero Bush deja detrás un mejor legado en Asia. Las relaciones norteamericanas con Japón y China siguen siendo fuertes y ha mejorado enormemente los lazos de Estados Unidos con India, el segundo país más poblado del mundo.

En 2005, la secretaria de Estado Condoleeza Rice preparó una visita de Bush a Nueva Delhi al año siguiente en que él anunciara un importante acuerdo de cooperación nuclear civil entre Estados Unidos e India, así como una variedad de medidas para una cooperación comercial y de defensa.

El acuerdo de cooperación nuclear fue criticado en el Congreso norteamericano por no ser lo suficientemente estricto en cuestiones de no proliferación, pero parecía factible de ser aprobado. En India, el Partido Comunista, un miembro pequeño (pero importante) de la coalición gobernante del primer ministro Manmohan Singh, bloqueó el acuerdo. Pero, como me explicó un amigo indio, esto es básicamente política simbólica para la izquierda de India.

Incluso si el acuerdo nuclear fracasa, la mejora en las relaciones entre Estados Unidos e India probablemente continúe. Algunos lo atribuyen al hecho de que India y Estados Unidos son las dos democracias más grandes del mundo. Pero eso era así también durante gran parte de la Guerra Fría, cuando frecuentemente hablaban sin escucharse.

Más importante aún, con el fin de la Guerra Fría, la Unión Soviética ya no figuraba como un aliado indio, y Estados Unidos empezó a evaluar a India y a Pakistán en términos de intereses separados, y no como un par asociado en un equilibrio de poder en el sur de Asia. Como dijo Evan Feigenbaum, el alto funcionario del Departamento de Estado para el Sur de Asia, “el mundo de 2008 no es el mundo de 1948. Y así India realmente tiene la capacidad y, pensamos, el interés de trabajar con Estados Unidos y otros socios en una variedad de cuestiones de alcance global y regional”. Este cambio comenzó en la administración Clinton y probablemente continúe más allá de quién sea elegido presidente en 2008.

Los contactos personales entre indios y norteamericanos han aumentado marcadamente. Hoy hay más de 80.000 estudiantes indios estudiando en Estados Unidos y muchos se han quedado para establecer empresas exitosas. La diáspora india en Estados Unidos comprende aproximadamente tres millones de personas, muchas de las cuales participan activamente en política. Por ejemplo, el gobernador de Louisiana es de origen indio y se lo ha mencionado como un posible compañero de fórmula de John McCain. Por otra parte, la economía de India comenzó a crecer a un ritmo anual del 8%, haciendo que la inversión extranjera resulte más atractiva. El comercio entre India y Estados Unidos está aumentando y alcanzó los 26.000 millones de dólares (11% del comercio total de India) en 2006.

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Además de estas razones prácticas para la mejora de las relaciones bilaterales, el crecimiento de China plantea una consideración estratégica. Como sostiene Bill Emmott, ex editor de The Economist , en su nuevo libro The Rivals (Los rivales) , “donde Nixon había utilizado a China para contrarrestar a la Unión Soviética, Bush está usando a India para contrarrestar a China. Al igual que las acciones de Nixon, en retrospectiva, el enfoque de Bush hacia India tuvo absoluto sentido”. Y la preocupación es recíproca del lado indio. Como le dijo un alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores a Emmott en 2007, “lo que tienen que entender es que nosotros (India y China) pensamos que el futuro nos pertenece. Los dos no podemos tener razón”.

Los pronunciamientos oficiales acentúan las relaciones amistosas entre India y China y algunos analistas comerciales sostienen que, dado su rápido crecimiento, los dos mercados gigantescos se convertirán en una “Chindia” económica. Cuando el premier chino, Wen Jiabao, visitó la India en 2005, firmó once acuerdos, entre ellos un amplio pacto de cooperación estratégica de cinco años. Por otra parte, Wen anunció que China respaldaría la inclusión de India como miembro permanente de un ampliado Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y se opondría a la inclusión de Japón, a quien apoya Estados Unidos. Como dijo Singh durante la visita de Wen, “India y China pueden reformular juntos el orden mundial”.

El reciente acercamiento de los dos países marca un cambio considerable de la hostilidad que enturbiaba sus relaciones después de la guerra de 1962 por una disputa fronteriza en el Himalaya. Sin embargo, debajo de la superficie asoma la ansiedad estratégica, particularmente en India. El PBI de China es tres veces el de India, su tasa de crecimiento es superior y su presupuesto de defensa aumentó casi el 18% el año pasado. La disputa fronteriza sigue sin resolverse y ambos países aspiran a ejercer influencia en estados vecinos como Myanmar.

El ascenso de China también ha creado ansiedad en Japón, nuevamente a pesar de la manifestación de buenas relaciones durante la reciente visita del presidente chino, Hu Jintao, a Tokio. En consecuencia, Japón ha aumentado su ayuda y comercio con India. El año pasado, Estados Unidos sugirió ejercicios de defensa cuadrilaterales que incluyeran unidades navales norteamericanas, japonesas, indias y australianas, pero el recientemente electo primer ministro australiano, Kevin Rudd, hizo salir a su país de este tipo de acuerdos.

Rudd inteligentemente cree que la respuesta correcta al ascenso de China es incorporarla a los acuerdos institucionales internacionales. O, como dijo Robert Zoellick, actualmente presidente del Banco Mundial, cuando era funcionario del Departamento de Estado, Estados Unidos debería invitar a China a convertirse en un “protagonista responsable” en el sistema internacional.

Las mejores relaciones entre India y Estados Unidos pueden estructurar la situación internacional de una manera que aliente este tipo de evolución en la política china, mientras que intentar aislar a China sería un error. Manejado de manera apropiada, el simultáneo ascenso de China e India podría ser bueno para todos los países.

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