MADRID – Ahora resulta cada vez más claro que lo que comenzó a finales de 2008 no es una recesión económica habitual. Casi cuatro años después del comienzo de la crisis, las economías desarrolladas no han logrado una recuperación sostenible e incluso los países más acomodados revelan señales de debilidad. Las dificultades de Europa, que afronta una segura recaída en la recesión, son ingentes.
MADRID – Ahora resulta cada vez más claro que lo que comenzó a finales de 2008 no es una recesión económica habitual. Casi cuatro años después del comienzo de la crisis, las economías desarrolladas no han logrado una recuperación sostenible e incluso los países más acomodados revelan señales de debilidad. Las dificultades de Europa, que afronta una segura recaída en la recesión, son ingentes.