Nueva York—En 2001, el mundo presenció con horror la destrucción de las monumentales estatuas de Buda en Bamiyan, Afganistán por parte las fuerzas talibanes. Los líderes políticos y culturales de todo el mundo condenaron los ataques. Los ofrecimientos de ayuda no faltaron. Todos se preguntaban: ¿el mundo estará preparado cuando vuelva a suceder? Desafortunadamente, la respuesta es un contundente “no”.
Nueva York—En 2001, el mundo presenció con horror la destrucción de las monumentales estatuas de Buda en Bamiyan, Afganistán por parte las fuerzas talibanes. Los líderes políticos y culturales de todo el mundo condenaron los ataques. Los ofrecimientos de ayuda no faltaron. Todos se preguntaban: ¿el mundo estará preparado cuando vuelva a suceder? Desafortunadamente, la respuesta es un contundente “no”.