MADRID – Durante los últimos cinco años, Europa se ha visto sacudida por convulsiones financieras y económicas que han causado estragos en la vida y hacienda de muchos de sus ciudadanos. La buena noticia es que, por fin, se constatan avances en el desarrollo de la arquitectura económica y monetaria de la UE que deberían contribuir a un retorno al crecimiento. Pero esta concentración de esfuerzos por parte de los líderes de la UE en los problemas internos ha derivado en desatención al ámbito de la política exterior, en particular a la seguridad. Así, a las puertas del 2014, la preocupación por la economía cede el paso a la motivada por la inseguridad estratégica de la Unión.
MADRID – Durante los últimos cinco años, Europa se ha visto sacudida por convulsiones financieras y económicas que han causado estragos en la vida y hacienda de muchos de sus ciudadanos. La buena noticia es que, por fin, se constatan avances en el desarrollo de la arquitectura económica y monetaria de la UE que deberían contribuir a un retorno al crecimiento. Pero esta concentración de esfuerzos por parte de los líderes de la UE en los problemas internos ha derivado en desatención al ámbito de la política exterior, en particular a la seguridad. Así, a las puertas del 2014, la preocupación por la economía cede el paso a la motivada por la inseguridad estratégica de la Unión.