A lo largo de 19 años, Occidente (Estados Unidos y Europa) han estado posponiendo responder a una pregunta estratégica de importancia clave: ¿qué papel debería jugar la Rusia post-soviética en el ámbito mundial y en el orden europeo? ¿Se la debería tratar como a un socio difícil, o como a un adversario estratégico?
A lo largo de 19 años, Occidente (Estados Unidos y Europa) han estado posponiendo responder a una pregunta estratégica de importancia clave: ¿qué papel debería jugar la Rusia post-soviética en el ámbito mundial y en el orden europeo? ¿Se la debería tratar como a un socio difícil, o como a un adversario estratégico?