CAMBRIDGE – Lo sucedido los últimos tres años despedazó el mito de que la Constitución de los Estados Unidos puede proteger a la democracia estadounidense contra un presidente narcisista, impredecible, polarizador y autoritario. Pero el peligroso ocupante de la Casa Blanca no es la única fuente de problemas del país. Todos los estadounidenses tenemos una cuota de responsabilidad por el estado actual de cosas, porque hemos descuidado instituciones cruciales e ignorado las crecientes debilidades estructurales que crearon las condiciones para que fuera posible la aparición de un demagogo como Trump.
CAMBRIDGE – Lo sucedido los últimos tres años despedazó el mito de que la Constitución de los Estados Unidos puede proteger a la democracia estadounidense contra un presidente narcisista, impredecible, polarizador y autoritario. Pero el peligroso ocupante de la Casa Blanca no es la única fuente de problemas del país. Todos los estadounidenses tenemos una cuota de responsabilidad por el estado actual de cosas, porque hemos descuidado instituciones cruciales e ignorado las crecientes debilidades estructurales que crearon las condiciones para que fuera posible la aparición de un demagogo como Trump.