c728f70346f86f380e90421f_dr4284c.jpg

El dilema de los Estados Unidos sobre el empleo

BERKELEY – Siempre hay dos vías para impulsar el empleo a corto plazo. La primera consiste en impulsar la demanda de bienes y servicios y después sentarse a ver aumentar el empleo, a medida que las empresas contratan a trabajadores para hacer que los bienes y servicios atiendan dicha demanda. La segunda consiste en no preocuparse por la producción de bienes y servicios, sino intentar impulsar el empleo directamente mediante la contratación gubernamental directa.

La primera vía es mejor: no sólo se consiguen más puestos de trabajo, sino que, además, se obtienen más productos útiles. El problema radica en que no surte efecto muy rápidamente. Está sujeta a lo que Milton Freedman llamó “demoras largas y variables”. Así, las políticas encaminadas a impulsar el empleo al final, pongamos por caso, de este año debían haberse aplicado hace un año para que tuvieran tiempo de surtir su efecto completo.

Algunos países –China, por ejemplo– aplicaron, en efecto, esas políticas de creación de empleo hace un año y ya están viendo los beneficios. Otros, como los Estados Unidos, no lo hicieron y el desempleo sigue representando el 10 por ciento, aproximadamente.

Con esto no quiero decir que el gobierno de Obama no intentara impulsar el empleo. Hace un año, puso en marcha cinco iniciativas políticas:

  • mayor gasto con déficit;
  • recapitalización de bancos que parecían muy vulnerables;
  • compras de activos por el Tesoro de los EE.UU. y otras entidades del poder ejecutivo para reducir la cantidad de activos de riesgo en manos del sector privado, baqueteado e incapacitado ya para asumir más riesgos;  
  • flexibilidad monetaria continua mediante tipos muy bajos de los fondos federales;
  • aumento de las intervenciones extraordinarias de la Reserva Federal.

Las pruebas de fortaleza llevadas a cabo por el Tesoro de los EE.UU. el año pasado indicaron que el sector bancario había vuelto a obtener capital suficiente y la Reserva Federal ha seguido aplicando su política monetaria de bajos tipos de interés, pero el torpe Senado de los EE.UU. limitó el gasto con déficit suplementario a 600.000 millones de dólares para un período de tres años, tan sólo la mitad de los 1,2 billones de dólares a que ascendía el objetivo tecnocrático.

Además, la Reserva Federal sintió miedo y no siguió aumentando su balance por encima de los dos billones de dólares y las intervenciones en gran escala en el mercado financiadas y dirigidas por el Tesoro en ningún momento llegaron a ser suficientes para tener un efecto tangible en el empleo.

PS Events: Climate Week NYC 2024
image (24)

PS Events: Climate Week NYC 2024

Project Syndicate is returning to Climate Week NYC with an even more expansive program. Join us live on September 22 as we welcome speakers from around the world at our studio in Manhattan to address critical dimensions of the climate debate.

Register Now

En una palabra, tal vez dos y media de las cinco iniciativas políticas del gobierno de Obama llegaron a materializarse y, ante la crisis recesiva que resultó ser aproximadamente el doble de profunda de lo que se había previsto al final de 2008, esas medidas limitadas no fueron suficientes para mantener la tasa de desempleo de los EE.UU. por debajo del 10 por ciento y menos aún   empezar a reducirla.

Con esto llegamos al momento presente, con un desempleo en los EE.UU. inaceptablemente elevado y que se resiste a bajar. A consecuencia de ello, ahora hay razones poderosas para dejar de hacer hincapié en medidas encaminadas a aumentar la demanda en la economía de los EE.UU. y substituirlas por otras encaminadas a impulsar el empleo directamente (sin preocuparse demasiado por si son eficientes, en el sentido de que aumenten en gran medida la cantidad de bienes y servicios producidos).

En la práctica, eso significa que o el Gobierno contrata a personas y las pone a trabajar o bien induce a las empresas a que contraten a más trabajadores. Nos referimos a programas de empleo gubernamental directo o a grandes bonificaciones fiscales para las empresas que aumenten el número de trabajadores a los que den empleo.

Aún hay tiempo para hacer un cambio substancial en el gasto federal con vistas a dedicarlo a proyectos que aumenten el empleo (pero de poco valor, con toda probabilidad) a fin de reducir el desempleo antes de que concluya 2010... si el Congreso actúa rápidamente.   Y aún hay tiempo para una importante bonificación fiscal, temporal y progresiva, de las nuevas contrataciones encaminada a lograr que las empresas impulsen el empleo antes del final de 2010.

Pero, ¿actuará rápidamente el Congreso? Dada la profunda polarización política existente en los Estados Unidos y, por tanto, la necesidad de contar con 60 de los 100 votos del Senado para poner coto a una dilatoria actitud parlamentaria republicana, no parece que vaya a poder hacerlo. Semejante plan sólo puede despegar, si 50 senadores demócratas están dispuestos a confiar en el proceso de conciliación presupuestaria, utilizado para combinar los proyectos de ley aprobados por la Cámara de Representantes y el Senado, y a acelerarlo y concluirlo en el plazo de un mes. Podemos esperar sentados.

https://prosyn.org/vryawlDes