NUEVA YORK – Las matanzas periódicas que alteran la vida en los Estados Unidos no deben verse como hechos fortuitos. Son reflejo de un proceso sostenido de desintegración de la autoridad soberana del Estado. La soberanía, en cuanto fundamento último de la autoridad, se basa en al menos dos preceptos: indivisibilidad y monopolio del ejercicio legítimo de la fuerza. Sólo el Estado, a través de su poder de policía, tiene licencia para usar la violencia en defensa del Estado (contra un ataque extranjero o contra el terrorismo y la delincuencia en el plano interno).
NUEVA YORK – Las matanzas periódicas que alteran la vida en los Estados Unidos no deben verse como hechos fortuitos. Son reflejo de un proceso sostenido de desintegración de la autoridad soberana del Estado. La soberanía, en cuanto fundamento último de la autoridad, se basa en al menos dos preceptos: indivisibilidad y monopolio del ejercicio legítimo de la fuerza. Sólo el Estado, a través de su poder de policía, tiene licencia para usar la violencia en defensa del Estado (contra un ataque extranjero o contra el terrorismo y la delincuencia en el plano interno).