NUEVA YORK – Los ataques perpetrados en París por personas relacionadas con el Estado Islámico, inmediatamente posteriores a los atentados con bombas habidos en Beirut y al derribo de un avión de pasajeros sobre la península del Sinaí, refuerzan la realidad de que la amenaza terrorista ha entrado en una nueva fase más peligrosa. La razón exacta por la que el Estado Islámico decidió organizar esos ataques ahora es objeto de conjetura; puede muy bien ser que haya pasado a actuar a escala mundial para compensar su reciente pérdida de territorio en el Iraq, pero, sea cual fuere la razón, lo que es seguro es que está justificada una reacción clara.
NUEVA YORK – Los ataques perpetrados en París por personas relacionadas con el Estado Islámico, inmediatamente posteriores a los atentados con bombas habidos en Beirut y al derribo de un avión de pasajeros sobre la península del Sinaí, refuerzan la realidad de que la amenaza terrorista ha entrado en una nueva fase más peligrosa. La razón exacta por la que el Estado Islámico decidió organizar esos ataques ahora es objeto de conjetura; puede muy bien ser que haya pasado a actuar a escala mundial para compensar su reciente pérdida de territorio en el Iraq, pero, sea cual fuere la razón, lo que es seguro es que está justificada una reacción clara.