NAIROBI – A mediados de 2017, un brote de cólera en Somalia amenazó superar la capacidad de respuesta de los hospitales locales, y los expertos sanitarios temieron lo peor. En un contexto de sequía devastadora, malnutrición y pobreza endémica, parecía que un brote de diarrea mortal sólo podía dejar al frágil estado paralizado. Pero pese a las terribles predicciones, pudo evitarse la parálisis institucional. Aunque cientos de personas murieron y muchas más enfermaron, la respuesta colectiva de gobiernos, ONG y comunidades locales, incluida la rama nacional de las Sociedades de la Media Luna Roja con apoyo del movimiento Cruz Roja, contuvo la enfermedad.
NAIROBI – A mediados de 2017, un brote de cólera en Somalia amenazó superar la capacidad de respuesta de los hospitales locales, y los expertos sanitarios temieron lo peor. En un contexto de sequía devastadora, malnutrición y pobreza endémica, parecía que un brote de diarrea mortal sólo podía dejar al frágil estado paralizado. Pero pese a las terribles predicciones, pudo evitarse la parálisis institucional. Aunque cientos de personas murieron y muchas más enfermaron, la respuesta colectiva de gobiernos, ONG y comunidades locales, incluida la rama nacional de las Sociedades de la Media Luna Roja con apoyo del movimiento Cruz Roja, contuvo la enfermedad.