WASHINGTON, DC – Arrojar bombas como una solución para los lugares del mundo en problemas tal vez se esté tornando una práctica anticuada (con la notable excepción de Libia), pero apuntar con el dedo decididamente está otra vez de moda. Casi no pasa un día sin que un diario importante en Occidente ofrezca un consejo sabio y específico, pero muchas veces no tan amigable, a las distantes democracias en problemas sobre lo que “deben” hacer para ganarse la aprobación de la “comunidad internacional”.
WASHINGTON, DC – Arrojar bombas como una solución para los lugares del mundo en problemas tal vez se esté tornando una práctica anticuada (con la notable excepción de Libia), pero apuntar con el dedo decididamente está otra vez de moda. Casi no pasa un día sin que un diario importante en Occidente ofrezca un consejo sabio y específico, pero muchas veces no tan amigable, a las distantes democracias en problemas sobre lo que “deben” hacer para ganarse la aprobación de la “comunidad internacional”.