BERLÍN – Tras tres décadas de creciente desigualdad económica, las poblaciones de los países avanzados están enojadas, y expresan sus quejas en las urnas o en las calles. Pero una respuesta creíble a la desigualdad exige encarar una faceta de esta tendencia de la que no se habla tanto: la pérdida de movilidad social intergeneracional.
BERLÍN – Tras tres décadas de creciente desigualdad económica, las poblaciones de los países avanzados están enojadas, y expresan sus quejas en las urnas o en las calles. Pero una respuesta creíble a la desigualdad exige encarar una faceta de esta tendencia de la que no se habla tanto: la pérdida de movilidad social intergeneracional.